martes, 6 de marzo de 2007

e-ciudades, e-pueblos

Hace ya unos años, exactamente en el 2003, Barcelona obtuvo el 10º puesto - de un total de 130 - en el ranking de ciudades digitales del European eCity Award. Desde entonces hasta la actual iniciativa B Participa no sólo media el paso del tiempo, sino un paulatino - pero creciente - cambio social. Su lema: "entre todos hacemos Barcelona"; Su ideario:


"L'Ajuntament posa a l'abast de tothom canals i mecanismes per avançar en la democràcia participativa a Barcelona, una ciutat on la pluralitat i els drets ciutadans enriqueixen la participació".

¿Qué factores hay que considerar para el desarrollo de una e-ciudad? La tecnología - su mayor o menor cobertura entre la población, el mayor o menor número de empresas que utilicen internet - o la existencia de un portal web por parte del ayuntamiento no es en absoluto lo único a tener en cuenta. Debe haber servicios municipales dirigidos a la sociedad a través de las tecnologías de la información. Es decir, desde los poderes públicos (en coordinación a todos los niveles) debe fomentarse e impulsarse una auténtica administración electrónica - Programa Ciudades Digitales (MITyC)- que revierta en el uso eficiente por parte de los ciudadanos de una administración auténticamente eficaz en su gestión.

Repasando un poco la literatura sobre el tema se reflejan varios cambios. Los estudios más clásicos - como el informe del Kentucky Sci. & Tech. Council: "e-cities: 21st century thinking for a small town living" (mayo 1999) - están volcados sobre todo en aspectos conceptuales y tecnológicos. Los informes y análisis de reflexión más recientes, especialmente, "Digital cities: then, now & beyond" (MINE Group, mayo 2006) y varias ponencias del III Congreso online Observatorio para la Cibersociedad - entre ellas: "O papel das «Cidades Digitais» na construção da Sociedade do Conhecimento" (Jose Saragoca, dic. 2006) - inciden en el aspecto del cambio social que debe suponer en el individuo y en la colectividad (democracia participativa), algo que se materializa gracias a la intervención de todos los agentes implicados: ya sean éstos los propios ayuntamientos (como motor de impulso) así como los agentes económicos, las redes y agentes de participación social, comunidades educativas y culturales, los medios de comunicación - incluso locales - iniciativas privadas, etc. y, fundamentalmente, los ciudadanos conscientes de su papel, comprometidos y por tanto partícipes en la sostenibilidad de una sociedad tecnológica (cohesionada y no dividida)- que no tecnificada - útil para su comunidad y viable en su desarrollo social y económico.

El mayor reto no está en que más ciudades españolas entren en el ranking europeo - por cierto, Valladolid se encontraba en el 126 - sino en que las comarcas y las poblaciones rurales logren su impulso y desarrollo en paridad a los grandes núcleos, por lo menos en igualdad de oportunidades, de capacidad de innovación y de medios a su alcance para el desarrollo socio-económico. Y si no, que se lo digan a los alcaldes latinoamericanos: "Manual para el desarrollo de ciudades digitales en Iberoamérica" (2ª ed.; nov. 2006) de la Red Iberoamericana de Ciudades Digitales. (un buen enlance para empezar, y un ejemplo que admirar: Centro Internacional de Tecnologías Avanzadas - Peñaranda de Bracamonte).

Para concluir - y en palabras de Rousseau - "Les maisons font la ville, mais les citoyens font la cité".



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