viernes, 16 de marzo de 2007

Pueblo de libros

Urueña es, desde ayer, noticia cultural en la mayoría de los periódicos - Norte de Castilla, El País, El Mundo, El Día de Valladolid, 20 Minutos, Diario Vasco, etc. - cuyas páginas recogen la noticia de la inauguración de la primera villa del libro del país. Y en cierto modo es cierto. Es la primera en inaugurarse, aunque no es la única fruto de un proyecto, que ni siquiera es el primero. Basten de ejemplos Albalate de las Nogueras (Cáceres), cuya iniciativa surge más o menos en las mismas fechas que Urueña, y Requena (Valencia) cuyo proyecto – y su andadura – viene desde 1999, directamente heredera de la filosofía que dio origen a los “pueblos libro”: Hay-on-Wye (Gales, 1961). Desde entonces han surgido más de un veintena de poblaciones que han apostado por un desarrollo sostenible de sus núcleos en torno al libro y las artes gráficas: Redu (Bélgica, 1984), Bredevoort (Holanda, 1993), St. Pierre de Clages (Suiza, 1993), Fjaerland (Noruega, 1995), Sysmä (Finlandia, 1997), Montereggio (Italia, 1997), Wigtown (Escocia, 1997), Wünsdorf-Waldstadt (Alemania, 1997), etc. Por lo que respecta a Europa, pero también en USA, Canadá, Malasia y Japón (entre 1991 y 1997).

En 1998, la Unión Europea a través de la D.G. XIII auspició el desarrollo de una red telemática en torno a las villas de libros - EU-project UR 4001 : European Book Town Network – que culminó en 2000, y que se materializó en la creación de una organización - la International Organisation of Book Towns – que coordina las actuaciones de las booktowns mediante celebraciones anuales en torno al libro, e-commerce, lanzamiento de las librerías y establecimientos de cada villa sobre la base de la creación de un catálogo colectivo accesible por Internet, etc.

Poco del espíritu - de rehabilitación y recuperación de inmuebles, generación de empleo, y desarrollo local de un pueblo en total declive - que inspiró a Richard Booth en la creación de Hay-on-Wye Book Town subyace en los nuevos proyectos, más volcados al establecimiento de locales comerciales (más o menos especializados) cuya esperanza de perdurabilidad se centra en el turismo, en la publicidad y el apoyo que desde los poderes públicos se les preste.

De todos modos, no seré yo quien tire piedras a mi propio tejado, cualquier iniciativa a favor del patrimonio cultural, merece el apoyo de los ciudadanos.

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